Hoy lo que fue se marchó,
para siempre, y frió se quedó
Heladas las mejillas
tu ausencia eterna, mi pesadilla
Perdóname mil veces,
perdóname, me vence
El demonio de mis entrañas
se agranda, se retuerce y me estremece
y mi bondad proscrita, es la que perece
Adios mi angél, adios mi niña
La bella inocencia perdida
Sus ojos vidriosos, sin mirar nada en concreto,
antes de que se esfumará la llama, al completo
Perdoname, el demonio se apoderá de mi ser
y me aflige, me corrompe,
me envenena con placer
al verte llorar otra vez
Infantil inocencia que hago desaparecer
Bajo tierra lo enterré
Su bello cadaver... y a sus padres me encontré
a su madre miré a los ojos
y mi alma envenené,
de nuevo, con macabro placer
Sus frías manitas, su suave piel
el silencio acogedor, su dulce sabor a miel...
Hay hombres que encarnan al mismísimo diablo. Sus actos y sus deseos lo hacen un depredador nato. Pero lo peor es la frialdad para esconder sus macabros actos...