Malditos
sean los ojos que no me dejan olvidarte...a ti y a tu recuerdo. Como odio el
día en que los vi y se quedaron impregnados para siempre en mi mente. Una
imagen de tu rostro mirándome con aquellas pupilas y mi alma se estremece. Una
caricia leve de esas que das de vez en cuando o una sonrisa nerviosa y
cortada... con un poco de eso puedes derretirme. Te odio, a ti y a tu ser por
haberme enfermado de la necesidad de mirarte. No puedo ocultarlo, siento celos
de todo lo que te rodea y ansias de abrazarme a tu cuello para proteger lo que
creo que es mio. Aunque es cierto que no necesitas protegerte de cosas
externas. Tu peor enemigo eres tu mismo, y nadie más.
Le tengo mucha manía a las cosas que a ti me
recuerdan porque me hacen ser débil y absurda. Recordándome en todo momento que
el calor de tus brazos no está. Y es lo único que quiero sentir a cada minuto.
¡ Estúpida romántica! ¡Y desgraciado amor
primitivo! El me encierra en una jaula con su veneno pomposo que acolcha mi
cabeza y no la deja pensar...Tan solo en ti y en esos ojos de pupila inquieta
que no me dejan respirar...
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